MITOS Y LEYENDAS DE CASMA
MITOS Y LEYENDAS
En la Provincia de Casma existen
una multitud de cuentos, mitos y leyendas, que han sido recopiladas por el
profesor Guillermo Vilcarino Guzmán.
Todas estas leyendas o relatos extraordinarios se han recogido en forma oral y demuestran el talento y la creatividad de nuestros antepasados. Asimismo nos enseña el valioso recurso de la leyenda para descubrir nuestro origen, a continuación algunas de ellas:
Cerca de las ruinas de Sechín existe una piedra muy lisa y
pulida que al reflejarse en ella los rayos del sol iluminan los contornos con
viva luz, fenómeno que ha originado la siguiente leyenda: Se refiere que en una
época muy lejana, un cacique de la región, quiso construir un puente sobre uno
de los brazos del río. Para llevar a cabo tal obra colosal prometió en
matrimonio a su bella hija al varón esforzado, que antes del amanecer del
tercer día después de la fecha fijada, trajera una piedra tan grande, como para
servir ella sola de puente. Un gallardo mozo se ofreció a cumplir tal hazaña,
llevado por la pasión que sentía por la hija del cacique trepó hasta la altura
y, escogió una piedra colosal, empezó hacerla rodar, pero el tiempo lo venció y
hallándose cerca al río, el sol apareció. La piedra a quedado allí, donde se
cumplió el plazo y el reflejo del astro rey es como una señal misteriosa que
recuerda aquel acto, que el bravo muchacho quiso cumplir llevado por una pasión
sobrehumana.
Jaime López Raygada en Monografía de Casma. (1944)
LOS PLÁTANOS DE ORO DEL MANCHÁN
En la hacienda Carrizal existe un cerro llamado Manchán al
que las gentes llaman el encantado por haberse forjado alrededor de él una
interesante leyenda:
Cuentan que, unos arrieros viajaban transportando la
correspondencia a lomo de mula, pero uno de ellos extravió una acémila con el
correo en las inmediaciones del Manchán por lo que se internó en busca del
animal perdido, pronto halló a una mujer a la que interrogó sobre si había
visto a su mula y ella por toda respuesta lo guió hasta un abismo donde estaba
el animal. El arriero se desesperó y la mujer le dio una cabeza de plátano
diciéndole que, pasara lo que pasara con el obsequio, no fuera a referirlo a
nadie, pues de otra manera moriría, el arriero fue a pernoctar a Casma
encontrando a la mañana siguiente, a la cabeza de plátano convertida en un
montón de oro.
Sin acordarse de la promesa hecha, el arriero reveló el
suceso del día anterior a otro compañero, el que fingiendo la pérdida de una
acémila, logró ver a la misteriosa mujer, recibiendo la consabida cabeza de
plátano, pero a la mañana siguiente encontró en vez de oro un montón de
piedras.
Pero, no fue solo esto lo que sucedió por que el primer
arriero murió arrojando sangre por la boca y su montón de oro se transformó en
piedra; es desde aquella fecha que el cerro es mirado con respeto
supersticioso.
EL CACARAMÁ
Corre en el valle una leyenda macabra que dice de la
maldición de Dios a un hijo irresponsable. Es la leyenda del Cacaramá, que
cuenta una mujer muy rica tuvo un hijo al que consintió demasiado, por lo que
el caudal de la familia fue agotado por el mozo en fiestas licenciosas,
terminado el dinero el hijo exigía a su madre más y más dinero y la
desventurada madre trabajaba en humildes labores para prolongar las diversiones
del muchacho. Por fin un día la madre no tuvo que darle y el malvado la golpeó,
por lo que ella lo maldijo.
Murió de pena la madre; a poco tiempo el hijo la siguió pero
el alma del desdichado no hallaba descanso y su sombra fatídica viaja por los
callejones lanzando su grito alucinante: ¡Cacaramá! ¡Cacaramá! encaramado en la
grupa de los caballos a los que aguarda en las encrucijadas de los caminos.
Algunas veces dicen lo han vuelto a enterrar, pero la tierra
lo rechaza y vuelve a gritar a los oídos de los caminantes en la alta noche su
alarido estremecedor. Jinete que escucha el grito del Cacaramá no debe
volverse, pues si lo hace quedaría al instante muerto.
EL CABALLERO DE NEGRO
Tiempos atrás, en la ciudad de Casma, exactamente en Sechín,
que es zona rural (chacra), se contaba sobre un caballero vestido completamente
de negro que llevaba puesto un sombrero del mismo color, el cual caminaba en el
aire, en otras palabras, flotaba.
Pero esto sólo lo comentaban como para asustar a las
personas.
Tiempo después, la gente se había olvidado por completo de
este personaje. Hasta que en una noche muy fría, espantosa y lluviosa, todas
las personas se refugiaron en sus casas. A una de las familias se le había
malogrado su lámpara y sólo les quedaba una vela que ya estaba por consumirse.
De repente tocaron la puerta pero muy suavemente; todos se quedaron callados.
Un joven de la familia acudió a abrir la puerta, pero lo hizo con mucho miedo.
Al abrirla, se dio con la sorpresa de que era el caballero vestido de negro del
que siempre hablaban. El joven se quedó parado, tieso muy pálido; comenzó a
botar espuma de la boca y cayó luego al suelo.
Como casi no se veía muy bien, salieron los familiares a la
puerta para ver por qué se demoraba tanto el joven, al llegar, lo encontraron
muerto y la puerta abierta. Pero esa misma noche varias personas vieron al
caballero vestido de negro, que al verle la cara se quedaban paralizados y la
mayoría murió al instante.
Casi al amanecer, un campesino que iba rumbo al pueblo, ve
en el camino a un joven tirado en el suelo que se movía muy despacio, estaba a
punto de morir. El señor corrió para ayudarlo, al llegar se hincó para recogerlo,
en ese momento dio sus últimas palabras y dijo: "el caballero de negro, el
caballero de negro ..." y así repitió varias veces.
La novedad corrió por todo Sechín, el pánico invadía, la
gente andaba aterrada. Días después una señora se quedó lavando su ropa en una
de las acequias hasta altas horas de la noche, cuando de repente sintió un
ruido. Al principio la señora se asustó, pero después sintió la curiosidad de
ver qué era lo que producía el ruido. Caminó hasta llegar a un arbusto donde
vio al hombre vestido de negro el cual comenzó a perseguirla hasta atraparla.
Al rato un señor que se dirigía a su casa sintió ganas de
defecar y se dirigió hacia el arbusto, se bajó el pantalón y el calzoncillo y
de repente escuchó una voz que decía: "¡Qué buen trasero!". El señor
no hacía caso, volvió a escuchar lo mismo pero esta vez sí se amargó, se subió
los pantalones y decidió buscar quién era la persona que le decía eso. Comenzó
a buscar con la mirada y vio la cabeza de la señora enganchada en el arbusto. La
señora le pidió que le ayude a sacar su cabeza, el señor avergonzado decidió
acercarse para ayudarla, al llegar a ella, se dio con la sorpresa de que sólo
tenía su cabeza, no estaba el cuerpo. El hombre asustado comenzó a correr hasta
llegar a un largo camino, en el cual vio a lo lejos marcharse a un hombre
vestido de negro.
En ese momento se acordó de lo que hablaban por allí y
dominado por el miedo, se orinó. Corrió a su casa muy desesperado y al llegar
comenzó a llorar, comentándole a su familia lo que le había ocurrido.
Al día siguiente comentaron lo sucedido con todos los
vecinos, algunos se burlaban pero a la vez sentían espanto. Después de todo lo
ocurrido nadie se explicaba de dónde había salido el caballero negro, qué es lo
que buscaba y porqué ya no se le volvió a ver desde esa noche.
Estas incógnitas aún quedan sin respuesta alguna hasta el
día de hoy. Quizás nadie sepa jamás lo que pasó en realidad, pero este relato
se seguirá transmitiendo de generación en generación como ha llegado a mí.
LA LEYENDA DEL “VOLCAN DE AGUA”
Corren historias ligadas a los
fenómenos naturales. Tal es una que recoge RAYMONDI, dándole una explicación
científica.
Es
el hecho de que cerca de Casma hay un cerro de arena en que en ciertas horas del día cuando el sol es
fuerte, producen ruidos sonoros y brillantes a manera de tambor. Los habitantes
dicen que allí un existe un “VOLCAN DE AGUA” y también que son huaqueros que
penetraron en busca de tesoros al interior del cerro y que llaman desde muchos
años para salvarse de una muerte horrorosa a la cual han sobrevivido por
designios misteriosos de las deidades indígenas que prolongan así su agonía.
El sabio Italiano explica el
fenómeno diciendo que es debido a la corriente de aire dilatado que se levanta
perpendicularmente a la superficie del suelo arenoso calentado por el sol en contacto por el aire más denso el viento
es más fuerte, también el sonido en
intensidad.
LOS CURAS Y LA CHICHA
Hace muchos años, cuando los padres
de la Iglesia se hallaban en una agitada actividad misionera por esta región,
para engrosar las filas de la feligresía; llegaron al hoy centro poblado de
Huanchuy dos padres misioneros.
Tanto era el sufrimiento y
privaciones, que mostraban una talante tan maltrecha, que daban la impresión de
ser fotografías vivientes del Divino Bautista en medio del desierto, unos
frailes de aquellos cuyas manos tipo Lazarillo de Thormes, con el semblante
fláccido, las caras enjutas de carnes pasadas a disimulo por lo crecido de las
barbas. Se movilizaban sobre unos jacos que en nada eran envidiables, es que
sin temor a alejarnos de la realidad osamos decir que parecían casi
radiografías solípedas, si conducían a sus jinetes dos leguas de otro a ocaso,
era mucho.
Llegaron a aquellos lugares en
los tiempos del calor sofocante de febrero; calor que hizo que, nuestros
precursores de virtud, tocaran muchas puertas con la intención de hallar algo
en que humedecer los labios y aplacar la sed, pero como en muchas de ellas no encontraron
ni el ofrecimiento de un sendo mate de agua fría, optaron por tomar mejor
camino hasta encontrar algo de beber.
Desde arriba, Dios viendo el
aprieto en que se hallaban sus enviados, hizo que luego de caminar un corto
trecho tocaran a la puerta de una casa donde al saludo de “ave María Purísima”,
les salió al encuentro un niño que había quedado al cuidado de la casa, aunque
por un momento el niño creyó hallarse frente a frente con dos seres de
ultratumba, de los que tanto había oído hablar, se calmó algo, pero dubitativo
aun si eran mujeres, por los hábitos que llevaban o eran varones, por lo
crecido de las barbas ralas; tomo partido por lo primero y se armó el siguiente
dialogo.
CURA.- Dios te bendiga criatura del señor. Suerte tenéis que el padre
celestial os envía su santa bendición por boca nuestra.
NIÑO.- ¿Qué quiere esta señora?
CURA.- Pajarillo dulce, ¿no habéis visto antes un sacerdote?, así
vestimos los mensajeros del cielo.
NIÑO.- No he visto nunca, solo vi en la hacienda un taita cura que se
había puesto dos espejos encima de sus ojos.
CURA.- Fue un hermano nuestro; también nosotros somos taita curas como
aquel que viste, esos dos espejos que dices eran lentes.
NIÑO.- Quimporta eso, ¿digamiste que queren?
CURA.- La sed nos devora y el espíritu divino nos dice que aquí nos
darás algo de beber y si fuere posible............
Sin esperar más palabra el niño
volvió sobre sus pasos y al minuto salió con un cantarito de arcilla negra
conteniendo chicha para ofrecérselo a los taitas curas.
Apenas vieron el líquido los
sacerdotes con fuerza de flaqueza rieron mientras daban gracias al eterno; sin
perder un segundo, alargo uno de ellos el brazo para coger el recipiente.
Tan sedientos estaban que
mientras uno tomaba, el otro mojaba los dedos en las gotas que dejaban escapar
sobre sus barbas el compañero, para llevárselo a la boca; llegado su turno, el
segundo no encontró sino algo más que unos tragos de líquido, por lo que era
menester pedir uno más, el que de inmediato les fue servido.
Cesado la sed y con el tercer
cantarito de chicha entre las manos se sentaron para tomar sombra y hacer
comentarios de elogio por aquel niño, quien, no obstante su corta edad, no
tenía más de 7 a 8 años, era tan bueno y atento, reían de haber tomado sombra y
haber saboreado la chicha.
Antes de dar término al último
sorbo, uno de los frailes le dice al niño que pronto retornarían trayéndole
algunos regalos. Finalmente se escucha la siguiente conversación:
CURA.- Hijo mío, decid a tus
padres que la bendición del señor queda en vuestra casa. Di, ¿Cuánto queréis
que os paguemos por la chicha que tan gustosa la hemos hallado?
NIÑO.- Mi mamita ha dicho que
toda la chicha la regalemos porque….
CURA.- Porque ha de ser muy
buena tu mamacita, ¿verdad angelito?.
NIÑO.- No taita cura, no es por
eso, ha dicho así porque en el cántaro que guardo la chicha para que madure
(para que fermente quería decir) ayer encontró dos ratones muertos.
CURA.- (alzando el recipiente
con gesto iracundo y los ojos tan abiertos que se le quería escapar de cólera).
Demonio diminuto, y ¿Por qué no dijiste antes?, pues para que otra vez no te
burles de nadie voy a romper este cántaro en tu cabeza de iguana.
NIÑO.- (levantando las manos en
gesto suplicante exclama). No, no taita cura porque si lo quiebra, ¿en qué se
va a orinar mi mamita?.
Suficientes fueron estas
palabras del niño para que los padres misioneros cabalgaran sobre sus jacos y
pusieran proas al viento, prometiendo no volver jamás a este pueblo por lo que
les había pasado como en ningún otro lugar.
Desde entonces por muchos años
no volvió a pisar estas tierras religioso alguno, porque los padres de nuestro
relato, por doquier, encontraron a otros misioneros a quienes pasaban la voz de
la condición bárbara de estas gentes, aludiendo que se hallaban a un paso de la
antropofagia, de manera que era difícil salir de allí, si algún extraño caía
entre sus manos; razón bastante para aconsejar que ningún otro se arriesgara ir
allá so pena de dar cuenta a Dios antes de llegada la hora.
(Bonita argucia para ocultar la
realidad de lo sucedido, ¿verdad? Por algo eran pues, los doctores de la ley).
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